Chicago: Seguridad entre la desconfianza y la esperanza
El despliegue de la Guardia Nacional en Chicago generó reacciones opuestas desde el primer día. Por un lado, sectores empresariales y vecinos del sur de la ciudad agradecen lo que perciben como un regreso del orden. Por otro, líderes locales demócratas acusan a la Casa Blanca de invadir competencias estatales. La operación, que involucra a unos 500 soldados, busca proteger instalaciones federales y reforzar la labor de la policía local en áreas de alta criminalidad.
El concejal Raymond López, uno de los primeros en respaldar la medida, fue directo: “No se trata de política, se trata de salvar vidas”. Desde la Casa Blanca, Trump reiteró que Chicago simboliza el fracaso de las políticas locales de seguridad y prometió “devolverle la paz a los barrios honestos”. Los primeros reportes muestran una caída en los delitos violentos, aunque también se han registrado incidentes de tensión entre tropas y manifestantes.
El gobernador de Illinois calificó la intervención como “una provocación innecesaria”, pero evitó presentar un recurso judicial inmediato. En los vecindarios del sur, algunos vecinos dicen que, pese a la incomodidad, duermen más tranquilos. “Prefiero ver uniformes que ver tiroteos”, comentó un comerciante latino.