Daniel Garza: Propósito, fe y trabajo duro son las claves del sueño americano
En tiempos de incertidumbre y discursos simplistas sobre el éxito, Daniel Garza, presidente de la Iniciativa LIBRE, propone volver a lo esencial: el trabajo, la fe y la responsabilidad personal como motores del progreso. Durante su conversación en el programa Real Life, conducido por Shane Foley, Garza compartió su visión sobre el sueño americano, la superación personal y el papel de la comunidad latina en una sociedad que, según él, “ha olvidado el valor del esfuerzo y la gratitud”.
“En la Iniciativa LIBRE tratamos de ayudar a la gente a superar sus limitaciones, a aprender inglés, a terminar la secundaria, a iniciar un negocio. Todo eso los posiciona en el mercado y les permite aprovechar verdaderamente las oportunidades del libre mercado”, explicó Garza. “Cuando eso ocurre, la gente deja de ver el sistema como algo ajeno y se convierte en defensora de la libertad económica, porque ya está viviendo sus beneficios”.
Su mensaje no fue únicamente político o económico: fue profundamente moral. Garza insistió en que el progreso comienza por asumir responsabilidad y rechazar la narrativa del victimismo. “El gobierno puede aliviar la pobreza, pero no puede crear propósito”, había dicho en la primera parte del encuentro, y en esta segunda conversación lo reafirmó con fuerza, animando a los jóvenes a verse como agentes de cambio, no como víctimas del sistema.
Entre los participantes, varios jóvenes hispanos compartieron su propia idea del sueño americano. Uno de ellos reflexionó: “No creo en el privilegio como tal, sino en el privilegio de la riqueza. Pero eso no significa que no se pueda subir desde abajo. Solo implica más obstáculos. Para mí, el sueño americano es poder buscar lo que te hace feliz, cumplir tu propósito, y hacerlo con Dios al centro”.
Garza asintió. “Ese equilibrio entre una vida de calidad y una vida centrada en Dios es esencial. La prosperidad material sin propósito espiritual termina vacía”, añadió. En su visión, la verdadera libertad no consiste solo en la capacidad de elegir, sino en la madurez moral para elegir correctamente.
El diálogo avanzó hacia una reflexión más amplia sobre la responsabilidad personal y el carácter. Garza compartió una enseñanza práctica que marcó su carrera: “Me dijeron una vez: haz que tu jefe se vea bien. Eso significa crear valor, cumplir plazos, anticipar necesidades. Si te vuelves indispensable, si creas valor real, eso te distingue”. Y añadió: “El carácter es lo que te da permanencia. Te puede conseguir un trabajo tu currículum, pero solo el carácter te da una carrera”.
Desde su experiencia en la Casa Blanca, Garza también habló sobre el temor a no “encajar” en entornos dominados por élites académicas. “Me preocupaba que descubrieran que no tenía un título de Harvard o Yale”, confesó. “Pero me di cuenta de que mi experiencia, mi conocimiento del trabajo duro, de la comunidad latina, era un valor enorme. Lo que creía mi debilidad resultó ser mi fortaleza”.
La anécdota, acompañada por una metáfora bíblica, condensó su mensaje: “A veces creemos ser David frente a Goliat, con todas las desventajas. Pero David tenía agilidad, estrategia, fe. Tenía herramientas que Goliat no tenía. Lo mismo ocurre con nosotros: tenemos dones y oportunidades que no siempre reconocemos”.
La conversación derivó luego hacia temas espirituales y sociales. Los jóvenes hablaron del papel de la fe, la familia y los desafíos de su generación frente a la depresión y la hiperconectividad. Uno de ellos, con honestidad, dijo: “Nuestra juventud está perdiendo los sueños. Pasamos más tiempo en los teléfonos que en la vida real. Pero creo que hay un despertar: la gente se está dando cuenta de que está desperdiciando su tiempo”.
Garza coincidió: “Vivimos una crisis de propósito. Nos falta dirección. Y cuando la vida pierde propósito, buscamos dopamina en lugar de sentido. Por eso insisto en que debemos reconectarnos con Dios y con el trabajo que nos da dignidad”.
Los jóvenes también abordaron el tema del privilegio y la desigualdad. Garza citó un dato revelador: “El 86% de los millonarios en Estados Unidos son hechos por sí mismos. No heredaron su riqueza. Crearon algo que mejoró la vida de otros, y fueron recompensados por ello. Si ganas más de 56.000 dólares al año, ya estás en el 1% más rico del mundo. Somos un país próspero, y eso tiene que ver con nuestros principios fundacionales: libertad, responsabilidad y mérito”.
En ese contexto, su mensaje a las nuevas generaciones fue claro: el sueño americano sigue vivo, pero exige trabajo y fe. “No se trata de lo que el país te debe, sino de lo que tú puedes aportar. Hay que cambiar la mentalidad de víctima por la mentalidad de propósito”, dijo Garza. Y cerró con un tono que recordó a los grandes discursos de inspiración personal: “No siempre elegimos nuestras circunstancias, pero sí podemos elegir nuestra actitud. La felicidad no viene del subsidio, sino del sacrificio. Lo que hoy parece tu debilidad, puede ser la herramienta que Dios usará para cumplir tu propósito”.
En un país marcado por la polarización y el desencanto, la voz de Daniel Garza —mezcla de fe, trabajo y patriotismo— ofrece un recordatorio poderoso: el verdadero sueño americano no se hereda ni se exige. Se construye, con esfuerzo, con gratitud y con propósito.