El doble estándar del Partido Demócrata ante los ataques desde la izquierda
Mientras el país sigue paralizado por el cierre del gobierno, otro debate inquieta a Washington: la creciente violencia política y el aparente silencio del Partido Demócrata ante los ataques provenientes de sus propias filas o simpatizantes. En la más reciente edición de The Game, conducido -en esta oportunidad- por Driena Sixto y con la participación de Angelina Tamez y Daniel Garza, el panel coincidió en que Estados Unidos enfrenta no solo un colapso presupuestario, sino una peligrosa erosión moral que amenaza el orden cívico.
El detonante fue el reciente asesinato contra el líder conservador Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, por parte de un sospechoso con vínculos ideológicos con movimientos de extrema izquierda. El caso, cubierto por medios nacionales, ha reavivado la discusión sobre el sesgo mediático y político cuando las víctimas pertenecen al espectro conservador.
“Cuando la violencia proviene de la izquierda, el silencio es casi total”, denunció Driena Sixto durante el programa. “Si el caso hubiera sido al revés, si un simpatizante conservador hubiera atentado contra un activista progresista, estaríamos viendo conferencias de prensa, editoriales incendiarios y llamados a prohibir organizaciones enteras”.
La crítica de Sixto fue respaldada por Angelina Tamez, quien advirtió que el discurso progresista ha normalizado el odio hacia los conservadores bajo la bandera de la “resistencia”. “El problema no es solo la agresión física, sino la narrativa cultural que la justifica”, dijo Tamez. “Se ha construido un relato en el que el conservador es un enemigo del progreso, y cuando alguien lo agrede, la izquierda lo ve casi como un acto de justicia social”.
El analista Daniel Garza añadió que los líderes demócratas han caído en una peligrosa trampa: temen condenar la violencia si proviene de sus propias bases, por miedo a perder apoyo entre los sectores más radicalizados. “Ese cálculo político es moralmente inaceptable”, subrayó. “Cuando un partido decide callar frente a la violencia porque le conviene electoralmente, deja de ser un actor democrático y se convierte en cómplice del caos”.
La administración Trump, por su parte, ha señalado repetidamente el doble estándar de los medios y de los demócratas en la cobertura de estos hechos. Desde la Casa Blanca, voceros han advertido que “la seguridad pública y la libertad política están siendo atacadas desde dentro”, en alusión a lo que describen como un clima de hostilidad contra figuras y organizaciones conservadoras.
Aunque el Partido Demócrata ha condenado en términos generales “toda forma de violencia política”, sus principales líderes han evitado mencionar nombres o casos específicos, lo que para muchos constituye un acto de evasión. “Esa ambigüedad es deliberada”, señaló Tamez. “Permite condenar sin comprometerse, pero envía un mensaje devastador: hay víctimas que importan y víctimas que no”.
El programa también abordó la responsabilidad de los medios en amplificar o silenciar ciertos hechos según su conveniencia ideológica. “Los mismos que cubrieron con indignación cada palabra de Trump ahora guardan silencio frente a un intento de asesinato contra un joven líder conservador”, recordó Driena Sixto. “Eso no es periodismo; es militancia disfrazada de objetividad”.
A medida que la campaña hacia las elecciones de medio término avanza, este tema podría convertirse en un punto de inflexión. Los votantes independientes, tradicionalmente sensibles a los excesos de ambos bandos, empiezan a percibir una asimetría preocupante en el trato mediático y político hacia la derecha. “El peligro no es solo que se normalice la violencia, sino que se institucionalice el silencio”, concluyó Garza.