La batalla por el rediseño de los distritos electorales
El debate sobre la redistribución de distritos electorales ha vuelto a encenderse en Estados Unidos y promete convertirse en uno de los puntos más álgidos de cara a las elecciones legislativas de 2026. En su programa Punto Clave, la periodista Lucía Navarro expuso cómo, a partir del censo que se realiza cada diez años, se define el número de escaños que cada estado tendrá en la Cámara de Representantes. Sin embargo, la manera en que esos distritos se dibujan queda en manos de los estados, lo que abre la puerta a disputas políticas que han acompañado al país desde el siglo XIX.
El término “gerrymandering”, surgido en Massachusetts en 1812, sigue vigente en el lenguaje político para describir mapas que parecen salamandras y que buscan beneficiar a un partido mediante la manipulación de los límites electorales. En esta ocasión, Texas, bajo el liderazgo del gobernador Greg Abbott, tomó la delantera al anunciar un rediseño que, según él mismo reconoció, favorece a distritos en los que Donald Trump ganó las últimas elecciones. La reacción no se hizo esperar: Gavin Newsom, gobernador de California, presentó un plan similar con el argumento de “contrarrestar” a Texas, y Mike Kehoe, de Missouri, se sumó a la estrategia para asegurar más escaños republicanos.
El analista político José Aristimuño, invitado al programa, advirtió que este proceso, aunque legal, carece de verdadera transparencia y no responde al espíritu democrático. “Cuando se permite el gerrymandering, lo que sucede es que los políticos eligen a sus votantes, y no los votantes a sus representantes”, afirmó. Según explicó, tanto demócratas como republicanos han recurrido a estas prácticas, que se multiplican en estados como Ohio, Nueva York e Indiana, generando un “efecto dominó” que podría llegar hasta la Corte Suprema.
Más allá de la disputa partidista, Aristimuño subrayó que las consecuencias recaen directamente en los ciudadanos. Técnicas como el packing, que concentra a un grupo político en un solo distrito, o el cracking, que lo dispersa en varios, limitan la capacidad de minorías como latinos y afroamericanos para influir en el Congreso. En su visión, el país enfrenta un riesgo real de consolidar congresistas extremistas que actúen con “cheque en blanco”, poniendo en juego el equilibrio democrático.
Lucía Navarro resumió el dilema con una pregunta clave: “¿Qué nos queda a los votantes en medio de esta batalla?”. La respuesta de su invitado fue tajante: crear comisiones independientes en más estados, como ya existe en algunos de mayoría demócrata, para blindar el proceso de manipulación política. Mientras tanto, con Trump presionando a gobernadores aliados y figuras como Newsom replicando la estrategia, la redistribución de distritos amenaza con convertirse en una de las arenas más decisivas de la política estadounidense contemporánea.