Desaceleración económica y desconfianza ciudadana marcan el pulso en EE. UU.
La economía estadounidense dio señales preocupantes en agosto de 2025, al añadir apenas 22 mil empleos frente a los 80 mil previstos por los analistas. Los datos, difundidos por el Departamento de Estadísticas Laborales, se suman a una percepción negativa de los consumidores: una encuesta de CBS y YouGov revela que la mayoría de los encuestados describen la situación económica con palabras como “incierta” y “en lucha”. En contraste, los calificativos positivos no superan el 15 por ciento.
En Punto Clave, la periodista Lucía Navarro analizó cómo los números del empleo impactan directamente en la confianza del consumidor y, por ende, en el gasto. El panorama se complica con la persistencia de la inflación, que continúa por encima del objetivo de la Reserva Federal. “Estamos frente a una situación atípica: la economía no crece y la inflación sigue subiendo”, explicó Alfonso Flores Lagunes, vicepresidente del Instituto Uptown para Investigaciones de Empleo, invitado al programa.
El especialista detalló que este escenario coloca a la Reserva Federal en una encrucijada. Una reducción de tasas podría estimular el mercado laboral, pero también corre el riesgo de alimentar aún más la inflación. La política de aranceles impulsada por el presidente Donald Trump es otro factor que añade incertidumbre: aunque busca favorecer la producción nacional, ha encarecido bienes importados y afectado la capacidad de compra de las familias. “El arancel funciona como un impuesto escondido que golpea directamente el bolsillo de la gente”, advirtió Flores Lagunes.
El caso de los medicamentos ilustra esta contradicción. Trump ha prometido abaratar su precio trasladando la producción a territorio nacional, pero muchos componentes de las medicinas provienen del extranjero y están sujetos a aranceles, lo que podría neutralizar el objetivo. El mismo fenómeno se replica en cadenas de manufactura que cruzan varias fronteras antes de llegar al consumidor.
La consecuencia inmediata es un consumidor más cauteloso, que ahorra, reduce gastos y retrasa inversiones personales. Según Flores Lagunes, la confianza del consumidor —ya en descenso— es el reflejo de ese temor latente a una recesión. “Lo que dicta el sentido común es ser conservadores con las deudas y los gastos. El riesgo de perder un empleo está más presente que antes”, señaló.
En este contexto, la incertidumbre se convierte en un actor central, no solo en los hogares, sino también en las empresas que posponen inversiones por falta de claridad sobre el rumbo económico. Mientras la bolsa mantiene una tendencia alcista desconcertante, la economía real parece caminar en la cuerda floja. Como concluyó Navarro, “los datos de empleo y la percepción ciudadana forman una mezcla peligrosa que puede cambiar el curso de la economía del país en los próximos meses”.