Peter Azcue: “El milagro de la innovación aún puede salvarnos del colapso”

En una conversación franca, intensa y por momentos filosófica, Raúl Mas recibió en su programa Dinero y Más a uno de sus invitados recurrentes y más provocadores: Peter Azcue, inversionista tecnológico y analista con una visión a veces sombría —pero siempre lúcida— sobre la economía global, la política y el rumbo moral de Occidente.

La charla comenzó con un dato que ya encendió alarmas en los mercados: el oro ha superado los 4.000 dólares la onza, un salto histórico que, según Azcue, refleja la pérdida de confianza en la estabilidad fiscal de los gobiernos. “El Estado está fuera de control desde el año 2000”, dijo. “Desde que se abandonaron los presupuestos equilibrados de la era Clinton y comenzó la guerra sin fin contra el terrorismo, el país vive adicto a la deuda”.

Raúl Mas, con su estilo directo, coincidió en parte: el 11 de septiembre cambió el mundo y obligó a abrir las compuertas del gasto público. “La Reserva Federal inundó los mercados de dinero barato para evitar el colapso”, recordó. Pero la cuenta llegó: Estados Unidos enfrenta hoy 37 billones de dólares en deuda pública y destina más de un billón anual solo a intereses. “Eso es insostenible”, resumió Azcue.

El inversionista, sin embargo, no se limita al pesimismo. Su portafolio incluye posiciones largas en fondos ligados al oro y en instrumentos tecnológicos. “Hay dos fuerzas compitiendo en este momento”, explicó. “Por un lado, la locura fiscal de los gobiernos; por otro, la capacidad milagrosa de la innovación privada”.

La esperanza en la inteligencia artificial

Mas le preguntó si la revolución de la inteligencia artificial (IA), impulsada por los llamados Magnificent Seven —las siete grandes tecnológicas que hoy dominan Wall Street—, podría ser ese “milagro” que rescate a la economía. Azcue no dudó: “Sí, la IA es probablemente la tecnología más transformadora en la historia humana”.

Aun así, advirtió que la carrera tecnológica podría tener un giro inesperado. La computación cuántica, dijo, podría volver obsoletos los gigantescos centros de datos que hoy construyen Microsoft, Google o Nvidia. “Si las empresas logran superar el problema de corrección de errores y alcanzar un millón de qubits, podríamos hacer con un solo procesador lo que hoy hacen todos los servidores del planeta”, explicó.

Mas, con tono irónico, lo interrumpió: “Entonces ¿estamos apostando a una tecnología que podría destruir a las otras?”. Azcue sonrió: “Así ha sido siempre la historia de la innovación: quien da el último golpe, gana”.

El peso de las ideas y la amenaza cultural

La entrevista dio un giro hacia lo político. Azcue, que combina la frialdad del analista financiero con la pasión del pensador liberal clásico, sostuvo que el mayor riesgo para Occidente no es solo económico, sino ideológico. “Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo libre ganó militarmente, pero fue colonizado intelectualmente por la filosofía alemana”, dijo, refiriéndose a las corrientes marxistas y posmodernas.

Mas lo llevó al terreno actual: “¿Estamos viendo el final del extremismo de izquierda, con figuras como Kristi Noem imponiendo orden en las calles?”. Azcue no fue optimista: “Estas ideologías no mueren fácilmente; se adaptan, mutan. Hoy se disfrazan de activismo cultural o universitario”.

Para Azcue, la educación superior se ha convertido en un foco de adoctrinamiento. “Si los rectores y los consejos universitarios engañan a los estudiantes y a los padres con ideologías totalitarias, eso es fraude”, dijo. “Deberían ser procesados con las mismas leyes que castigan el fraude financiero”.

Mas, con prudencia, le recordó que vivimos en un Estado de derecho. “No basta con acusar; hay que probar en los tribunales”, señaló, subrayando las limitaciones del sistema. Pero ambos coincidieron en que la batalla por el alma de Occidente se libra tanto en los mercados como en las aulas.

Europa en crisis, América aún en pie

El diálogo terminó con una reflexión global. Azcue describió una Europa desbordada por la inmigración y el miedo, con ejemplos que van desde Suecia hasta Luxemburgo. “Estos países invitaron a su propia conquista”, lamentó. Frente a ello, sostuvo que Estados Unidos sigue siendo el último bastión del sentido común y del capitalismo, aunque con grietas profundas.

“Trump tenía razón en muchas cosas”, afirmó. “Si no logra enderezar el rumbo, todos perderemos”. Para Azcue, incluso Elon Musk —a quien considera “más acertado que cualquier político actual”— comparte la alarma: la civilización occidental se enfrenta a su límite.

Mas cerró la entrevista con un tono más íntimo. “Tengo una nieta”, dijo, “y me duele pensar en el mundo que le dejamos”. Azcue asintió: “Todo empieza por decir la verdad. La realidad siempre termina por imponerse”.

La conversación entre Raúl Mas y Peter Azcue fue mucho más que un intercambio de ideas económicas: fue una advertencia. Entre la deuda pública y la innovación privada, entre el riesgo ideológico y la esperanza tecnológica, Dinero y Más dejó una conclusión clara: el futuro dependerá de la capacidad de Occidente para recuperar la cordura sin renunciar a la creatividad que lo define.

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