Fin del “wokismo” y regreso a la cultura del esfuerzo
En una nueva edición del programa The Intel Source, conducido por Ron Aledo desde Miami, el analista conversó con Jeffrey Kihien, su habitual colaborador desde Washington D.C., sobre lo que ambos calificaron como un “momento de inflexión” para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. La reciente convocatoria del secretario de Guerra, Pete Hexet, a unos 800 altos mandos militares marcó —según ambos expertos— el cierre de una etapa de “wokismo” y la apertura de un nuevo ciclo de disciplina, fuerza y cultura combativa.
Aledo, exoficial de inteligencia y conocedor de la cultura militar, destacó que el discurso de Hexet y la presencia del presidente Donald Trump en la base de Quantico no fueron simples gestos simbólicos. “Se trata de un reinicio institucional”, subrayó, en el que se pone fin a más de una década de políticas internas que, según los analistas, habían debilitado la moral y la preparación física del ejército.
Kihien coincidió, apuntando que “ochocientos generales son demasiados” y que la estructura militar norteamericana “se ha convertido en un ejército burocrático”. Su lectura es que Trump y su equipo buscan reducir la jerarquía y devolver el protagonismo al liderazgo operativo, revalorizando el mérito, la condición física y la claridad doctrinaria.
Ambos coincidieron en que la transformación no solo es estructural, sino cultural. “Se acabó la época de soldados que no pueden pasar las pruebas físicas o que llegan con excusas ideológicas”, dijo Kihien, celebrando lo que definió como un “regreso a la esencia del soldado”. Aledo complementó con una visión más técnica, recordando que la Fuerza Armada de Estados Unidos enfrenta desde hace años un déficit de personal en condiciones óptimas debido al aumento de la obesidad y la caída del interés por la vida militar.
El cambio de nombre —del Departamento de Defensa al Departamento de Guerra—, que fue interpretado como un gesto simbólico hacia una visión más directa y combativa, también despertó debate. Para Aledo, la nueva denominación refleja un espíritu de “guerrero” más que de “administrador”. “La prioridad vuelve a ser la preparación, la forma física, la disposición al combate y la lealtad a la misión”, afirmó.
En el cierre de su análisis, ambos coincidieron en que Trump busca construir una narrativa de fortaleza y eficiencia, capaz de redefinir el liderazgo estadounidense frente a los desafíos globales. “Se cierra un ciclo de confusión cultural”, concluyó Aledo. “Y comienza una nueva doctrina militar: clara, exigente y profundamente estadounidense”.