Polémica por vacunas contra el COVID-19 para niños y embarazadas
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó un nuevo refuerzo de la vacuna contra el COVID-19 para mayores de 65 años, pero decidió no recomendar su aplicación en niños sanos ni en mujeres embarazadas. La medida, que tendrá impacto en la cobertura de seguros médicos, ha generado críticas de especialistas y organizaciones de salud.
En entrevista con Punto Clave, la infectóloga Dadilia Garcés, de la Universidad de Miami, advirtió que la decisión responde más a presiones políticas que a criterios científicos. “Esto es parte de una campaña antivacunas y tiene un tinte político. Las decisiones de salud pública deben tomarse con base en la ciencia, no en ideología”, afirmó.
La organización Protect Their Future, dedicada a la salud infantil, denunció que la exclusión de niños y embarazadas del acceso a las dosis compromete a poblaciones altamente vulnerables. Su cofundadora, la doctora Fatima Khan, señaló que el sistema sanitario estadounidense “se está volviendo contrario a los niños y a la ciencia”.
Otro aspecto señalado por Garcés es que, al no estar recomendadas por la FDA o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), muchas aseguradoras dejarán de cubrir las vacunas, lo que trasladará el costo a los pacientes.
La especialista recordó que, a diferencia de otras vacunas que generan inmunidad permanente, como la del sarampión, los virus respiratorios como la influenza y el COVID-19 mutan con frecuencia, lo que obliga a refuerzos anuales. “Vacunarse no siempre evita el contagio, pero reduce la gravedad de la enfermedad y el riesgo de complicaciones”, explicó.
El debate sobre la conveniencia de estas dosis persiste a cinco años del inicio de la pandemia. Mientras el gobierno insiste en priorizar a adultos mayores, voces médicas alertan que dejar fuera a los más jóvenes podría tener consecuencias en la salud pública a mediano plazo.