Jack Oujo: Del diamante al desafío de defender a los umpires

En el más reciente episodio de The Sergio Rodriguez Show, el exárbitro de ligas menores Jack Oujo ofreció una mirada íntima y apasionada al mundo del umpiring, una faceta del béisbol tantas veces criticada, pero pocas veces comprendida desde dentro. Con la conducción de Sergio Rodríguez —quien abrió el programa con la promesa de “defender a los umpires”—, la conversación se transformó en una clase magistral sobre la complejidad, el sacrificio y la evolución del arbitraje en el béisbol profesional.

“Durante tres años, mis oyentes me han preguntado por qué el umpiring en las Grandes Ligas parece tan inconsistente”, dijo Rodríguez al inicio. “Así que decidí traer a alguien que realmente pueda explicarlo”. Ese “alguien” fue Jack Oujo: exárbitro de Triple A, ganador del Joe Ryan Award y autor del libro Too Smart to Be an Umpire: The Pride of Old Bridge, New Jersey, recientemente publicado.

Una historia nacida en Old Bridge

Oujo creció en Old Bridge, Nueva Jersey, donde fue un destacado receptor en la escuela secundaria. “Jugaba con tipos que llegaron a las Grandes Ligas”, recordó. Sin embargo, la falta de recursos lo llevó a buscar otro camino. “Mi vecino, Ed Sanicky, que había jugado para los Phillies, me sugirió que arbitrara en lugar de trabajar en McDonald’s. Pensé que estaba loco. Pero ser receptor era un entrenamiento natural para eso”.

En apenas cuatro años, Oujo ya arbitraba finales estatales y torneos importantes. En 1981 ingresó al sistema profesional, luego de graduarse en contaduría. “No quería mirar atrás y preguntarme qué hubiera pasado si lo intentaba”, dijo. Su talento lo llevó rápidamente de la liga de novatos a Doble A, y más tarde a Triple A, una trayectoria meteórica para un árbitro.

El rigor y las reglas ambiguas

Durante su paso por las ligas menores, Oujo conoció de cerca la dureza del sistema. De los ocho árbitros de su liga, cinco fueron despedidos tras la primera temporada. “Era como intentar pasar de una corte de apelaciones a la Suprema Corte”, explicó. Aun así, alcanzó los niveles más altos antes de ser liberado abruptamente en 1988, por carta certificada. “Fue cruel. Ni una llamada, solo una carta. Tenía 30 años y una esposa embarazada”.

Ese episodio marcó el final de su carrera en el campo, pero el inicio de otra: Oujo se reinventó como contador, aprobó el examen de CPA y fundó una exitosa firma de gestión financiera. “No pude ver béisbol durante cuatro años. Fue como perder a un ser querido”, confesó.

El arte de arbitrar

Durante la charla, Oujo y Rodríguez exploraron los matices de un oficio que hoy se ve cuestionado por la tecnología. Ambos coincidieron en que los mejores umpires suelen ser exjugadores, capaces de anticipar las jugadas y comprender el ritmo del partido. Pero Oujo fue más allá: “El problema no es el umpire, es el libro de reglas. Está mal escrito, lleno de ambigüedades. Por eso se necesita gente con sensibilidad para el juego”.

Sobre las críticas contemporáneas al arbitraje, Oujo fue tajante. “La gente cree que ahora se equivocan más porque todo está en pantalla, con cajas electrónicas y repeticiones. Pero los tres centímetros que hoy se discuten en televisión son los mismos que se pasaban por alto en los 80. Solo que ahora todos pueden verlo”.

El exárbitro explicó que la cultura del juego también ha cambiado: “Antes, un lanzamiento alto no se cantaba strike porque los jugadores lo rechazaban. Si lo hacías, se armaba una guerra. Hoy, esa misma pelota aparece dentro del recuadro digital y todos creen que fue un error humano”.

Tecnología, apuestas y deshumanización

Oujo lamentó que los umpires actuales sean tratados “como robots”. La irrupción de la inteligencia artificial, los sistemas de revisión y el auge de las apuestas deportivas han reducido la autonomía arbitral. “Ya no es el juego para el que firmamos. Ahora todo se mide, todo se cuestiona. Y los supervisores son chicos que nunca han arbitrado. Nos califican con estadísticas, no con criterio”.

Para él, el futuro del arbitraje se debate entre dos caminos: “O avanzamos hacia un sistema de desafíos, o dejamos que la computadora cante bolas y strikes. Pero el elemento humano se está perdiendo”.

Del orgullo al aprendizaje

La conversación también dejó espacio para las anécdotas. Una de las más memorables involucró a Ted Williams, el legendario bateador. “Un día entró a nuestro vestidor y nos dijo que estábamos matando el juego por no cantar los lanzamientos altos. Le respondí: ‘Si lo canto hoy, será la Tercera Guerra Mundial’. En la tercera entrada me buscó y me dijo: ‘No lo haría si fuera tú, no vas a salir vivo de esta liga’”, relató entre risas.

Pese a los desafíos, Oujo mantiene la pasión por enseñar. Durante dos décadas dirigió clínicas gratuitas para jóvenes árbitros en Nueva Jersey. “Siempre he creído en devolver algo al juego. Pero sorprende que no nos pidan más. Hay mucha experiencia que se está perdiendo”.

El béisbol como espejo

Rodríguez, desde su rol de entrenador, cerró la charla destacando la importancia del esfuerzo y la coherencia. “No me molesta si un umpire falla una jugada, me molesta si no da el esfuerzo. Si vas a rotar a tercera, llega a tercera”. Oujo asintió: “El juego lo merece. Lo mínimo que uno puede hacer es respetarlo con trabajo y honestidad”.

En The Sergio Rodriguez Show, la conversación con Jack Oujo terminó siendo más que una defensa de los umpires: fue una reflexión sobre la esencia del béisbol, la ética profesional y la capacidad de reinventarse. En tiempos en que las máquinas amenazan con reemplazar la intuición, Oujo representa la voz de una generación que aún cree en el valor del juicio humano, en la emoción de la imperfección, y en la integridad del juego bien jugado.

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