Fentanilo, fronteras y liderazgo: La mirada de Raúl García
En una nueva entrega de su espacio Dinero y Más, el analista y conductor Raúl Más abrió el programa con una radiografía del pulso económico global, para luego girar hacia un tema que, sin impactar directamente los mercados, está descomponiendo comunidades enteras en Estados Unidos: La crisis del fentanilo. Y lo hizo de la mano de un invitado que conoce el problema desde el terreno y desde la política: Raúl García, médico de emergencias y excandidato republicano al Senado por el estado de Washington.
El programa, que combina análisis financiero con temas de fondo que influyen en la estabilidad del país, inició repasando los reportes de ganancias del trimestre, el repunte de acciones como Apple y General Motors, y las tensiones comerciales derivadas de los nuevos aranceles impuestos por la administración Trump a China. Pero tras el bloque económico, la conversación se tornó social, política y profundamente humana.
“El fentanilo no solo destruye vidas; está destruyendo comunidades enteras del noroeste del país”, advirtió García, al describir lo que ocurre en el corazón de Washington, Oregón y California. Desde su experiencia como médico de emergencia en la reserva Yakama, en el centro del estado, relató una realidad alarmante: “Atendíamos entre 10 y 12 sobredosis al día en un hospital pequeño. Es una epidemia silenciosa y devastadora”.
García fue enfático en que el problema no radica únicamente en las drogas, sino en las políticas que —según dijo— han debilitado la autoridad de la ley. “Aquí en la costa oeste hemos creado obstáculos para la policía. Durante un tiempo, incluso tenían prohibido perseguir a un sospechoso si huía. Eso permitió que el crimen se disparara y que muchos sintieran que podían hacer lo que quisieran”, afirmó.
El excandidato añadió que la permisividad con el consumo público de drogas llegó a niveles “increíbles”: en Seattle, explicó, los adictos pueden consumir incluso dentro del transporte público, sin ser detenidos. “En vez de corregirlo, la Universidad de Washington publicó un estudio diciendo que el humo del fentanilo no era tan dañino para los demás pasajeros. Es absurdo, un tipo de hospicio aprobado por el gobierno”, dijo con indignación.
Durante la conversación, Raúl Mas insistió en el contraste entre el discurso progresista del “daño reducido” y la realidad que describen médicos y policías locales. García coincidió: “El modelo de reducción de daño no está funcionando. Les damos vivienda y kits con pipas y Narcan, pero no los sacamos del ciclo de la adicción. Portugal mostró que hay otro camino: rehabilitación obligatoria, separación de los traficantes y reintegración laboral”.
El médico, de origen latino, subrayó que la experiencia portuguesa logró revertir una epidemia de heroína en apenas unos años, “con medidas firmes y médicas, no ideológicas”. “Si un país pequeño pudo hacerlo, ¿por qué no los estados más ricos de Estados Unidos?”, cuestionó.
Uno de los momentos más comentados del programa fue cuando García vinculó la crisis del fentanilo con la seguridad fronteriza. Según explicó, tras el cierre parcial de la frontera ordenado por el presidente Trump, los casos de sobredosis por fentanilo se redujeron “en un 30 por ciento”. “Es una medida que está salvando vidas”, sostuvo.
Raúl Mas destacó que ese dato “debería ser parte del debate público”, en un país donde la discusión sobre inmigración, crimen y salud pública suele dividir a las comunidades. Ambos coincidieron en que el control fronterizo y la firmeza del Estado son esenciales para frenar la cadena que va “del laboratorio al adicto”.
La entrevista cerró con una reflexión que resume el tono del programa: “No se trata de castigar, sino de rescatar”, dijo García. “Pero no se puede rescatar a nadie si el propio gobierno legitima el consumo y facilita la destrucción”.
Más, fiel a su estilo, concluyó: “Esta es la discusión que el país necesita: liderazgo, datos y sentido común”.
Con ese diálogo, Dinero y Más no solo ofreció un análisis económico, sino un retrato social de un drama que ya no se limita a los barrios marginales. En palabras de García, “si no corregimos el rumbo, la próxima generación heredará un país donde morir de una sobredosis será tan común como morir de un infarto”.