Seguros de vida: una deuda pendiente en la comunidad hispana
En el marco de una conversación profunda y reveladora en El Show de Sergio Rodríguez, la agente de seguros Mariel Gramuglia, con más de dos décadas de experiencia en la industria, puso sobre la mesa un tema que sigue siendo tabú en gran parte de la comunidad hispana: la falta de preparación en materia de seguros de vida.
“Los latinos no lo han ignorado del todo, pero ha faltado educación y guía”, explicó Gramuglia, quien dirige su labor desde Paramus, Nueva Jersey, bajo el paraguas de Comparion Insurance Agency de Liberty Mutual. Según la especialista, para los inmigrantes hispanos que llegan a Estados Unidos, el concepto de adquirir un seguro de vida rara vez figura entre las prioridades inmediatas. “Lo ven como un lujo, no como una necesidad, y eso nos cuesta muy caro como comunidad”, señaló.
Una cultura sin previsión
El diagnóstico es contundente: la mayoría de los clientes hispanos se acercan a preguntar por un seguro de vida cuando ya han cumplido entre 50 y 70 años, muchas veces motivados por un problema de salud o la urgencia de cubrir gastos funerarios. “Ahí ya es demasiado tarde: el costo se dispara y las opciones se reducen”, lamentó Gramuglia. En contraste, adquirir una póliza en edades tempranas garantiza precios mucho más bajos y beneficios permanentes.
De hecho, la agente contó que sus propios hijos cuentan con seguros de vida desde que nacieron. “Mientras más joven, más barato. Compré seguros permanentes que en 20 años estarán totalmente pagados. Ellos nunca tendrán que preocuparse por esa protección”, relató. La estrategia, asegura, no solo brinda tranquilidad, sino que constituye una inversión que permanece estable a lo largo del tiempo.
Historias que marcan
El compromiso de Gramuglia con la educación financiera de la comunidad hispana tiene raíces personales. Recordó, con evidente emoción, cómo años atrás desestimó junto a sus padres la recomendación de una agente de seguros. “Mi papá falleció de manera repentina a los 52 años, y si hubiéramos comprado una póliza ese día, la vida de mi madre habría cambiado. Esa experiencia me marcó para siempre”, confesó.
Hoy, Gramuglia convierte esa vivencia en argumento para insistir en la necesidad de hablar abiertamente sobre el tema. “En nuestra cultura, preferimos gastar 15 mil dólares en un ‘Sweet Sixteen’ que en asegurar el futuro de la familia. Tenemos que cambiar esa mentalidad”, subrayó.
Más allá de la superstición
Entre los obstáculos que identifica, uno de los más persistentes es la creencia de que contratar un seguro de vida trae mala suerte o “llama a la muerte”. Frente a ese prejuicio, la agente insiste en un cambio de enfoque: “El seguro de vida no es solo para cuando uno muere; es una herramienta en vida. Da paz mental, permite planificar y puede usarse como respaldo económico mientras se está vivo”.
Además, destacó que las pólizas pueden adaptarse a cada bolsillo y situación: desde planes modestos que inician en menos de lo que cuesta un café diario, hasta coberturas mayores que se ajustan al crecimiento de la familia o las responsabilidades financieras. “El punto clave es comenzar temprano y asesorarse con un profesional. Hablar no cuesta nada”, recalcó.
Un llamado a la acción
Para Gramuglia, la clave está en la información confiable y personalizada, no en los consejos simplificados que circulan en redes sociales. “En TikTok o Instagram abundan videos que prometen pólizas irreales. La gente se confunde y se frustra. Por eso insisto: hay que sentarse con un experto, de preferencia en su idioma y con conocimiento de la cultura”, advirtió.
El mensaje, que Sergio Rodríguez reforzó durante el programa, apunta a derribar barreras culturales y económicas que frenan la prevención en la comunidad hispana. “Los seguros de vida no son un lujo: son un legado”, concluyó Gramuglia, dejando claro que cambiar la percepción es un paso indispensable para garantizar estabilidad a las próximas generaciones.