El Salvador bajo Bukele: ¿Renacimiento nacional o exceso de poder?

En una época marcada por gobiernos cada vez más expansivos, la propuesta de un “gobierno limitado” suena refrescante. Así lo plantea Monet Bacs, comunicadora y analista política que debuta con su nuevo espacio Mrs. Monet, un programa que busca entender la política desde la perspectiva de la libertad individual y el poder ciudadano frente al Estado.

En su primer episodio, Bacs abre el debate con una frase que resume su propósito: “Quiero convertirme en su referencia para hablar de gobierno limitado”. Desde allí, la conversación se adentra en un caso que ha captado la atención de América Latina y del mundo: la transformación de El Salvador bajo la presidencia de Nayib Bukele.

Monet invita a dos voces cercanas a la realidad salvadoreña. Ricardo Alfaro, originario de ese país, y Ángel Merlos, hijo de salvadoreños criado en Estados Unidos, ofrecen miradas distintas sobre la profunda reconfiguración social y política de su país natal.

De nación violenta a país seguro

El punto de partida es contundente. En 2015, El Salvador tenía una de las tasas de homicidios más altas del planeta: 105 asesinatos por cada 100 000 habitantes. Hoy, el número ronda los 1,9, un cambio drástico que pocos países han logrado en tan poco tiempo.

“Pasamos de ser uno de los lugares más peligrosos del mundo a uno de los más seguros”, reconoce Ricardo. La sensación de alivio, añade, es real: “La gente vuelve a salir a la calle, los niños pueden ir a la escuela. El miedo ya no domina la vida cotidiana”.

Ángel coincide, pero es más directo: “Para obtener esos resultados, había que responder con fuerza. Había que enfrentar el poder de las pandillas con el mismo nivel de determinación”.

Educación, valores y límites del Estado

El programa aborda también un tema de fondo: el papel del Estado en la formación moral de la sociedad. Bacs cita un video de Bukele en el que el mandatario habla a los niños sobre decencia, respeto y valores. Aunque la conductora celebra el mensaje, lanza una advertencia: “En una sociedad de gobierno limitado, son las familias, las iglesias y las comunidades las que deben formar el carácter, no el Estado”.

Ricardo se suma a esa visión. Aprecia la inversión en educación, pero teme que la dependencia del gobierno erosione la autonomía moral de las familias. “Cuando el Estado asume esa responsabilidad, corremos el riesgo de perder nuestra identidad”, advierte.

Ángel, por su parte, defiende un punto medio. Cree que en el contexto salvadoreño actual, el involucramiento del gobierno es comprensible. “Después de décadas de descomposición social, alguien tenía que reintroducir el concepto de decencia. Bukele está recordando a los jóvenes el valor del respeto, de los buenos modales, de tener principios. Pero la base sigue siendo la familia”, afirma.

Orden, decencia y controversias

La conversación deriva hacia medidas concretas que han generado debate: desde la prohibición de ciertos peinados asociados a pandillas hasta campañas contra la indecencia en espacios públicos.

Bacs reconoce que su “lado americano” se resiste a que el gobierno dicte cómo debe lucir un ciudadano, pero Ángel ofrece contexto: “Después de treinta años de influencia de las maras, hay hábitos y símbolos que deben erradicarse. Si eliges la escuela pública, sabes que hay reglas. Hay opciones privadas y de homeschooling. Nadie está obligado”.

Ambos coinciden en que la restauración del orden requiere medidas firmes, aunque discrepan sobre la extensión del control estatal.

Las cárceles y el dilema humanitario

Uno de los pasajes más intensos del programa llega cuando Monet pregunta por las nuevas megacárceles de Bukele, criticadas por organismos de derechos humanos.

Ángel defiende sin titubeos la política de “mano dura”: “El Salvador salió de la pobreza. No tiene sentido alimentar con pollo y arroz a los criminales mientras la gente libre no puede comer eso. Las prisiones deben ser autosuficientes. No estamos hablando de delitos menores, sino de asesinos, violadores, extorsionadores. No deben tener comodidades”.

Ricardo matiza: reconoce la sensación de justicia que produce la firmeza del gobierno, pero advierte del riesgo de caer en un sistema “de talla única”, donde incluso personas que ya cumplieron sus condenas puedan ser tratadas igual que los criminales más violentos. “La seguridad no puede construirse a costa de la equidad”, resume.

El poder, la reelección y los límites

Hacia el cierre, la conversación toma un tono más filosófico. Bacs y sus invitados reflexionan sobre la concentración de poder en torno a Bukele, quien controla el Congreso, la Corte Suprema y ha allanado el camino para su reelección indefinida.

“Es demasiado poder para un solo hombre”, advierte Ricardo. “En algún punto, ese equilibrio tiene que recuperarse. Un país siempre debe estar por encima de sus líderes”.

Ángel, sin embargo, recuerda que Bukele no ha disuelto la democracia ni eliminado a la oposición. “Tiene la mayoría porque ganó el apoyo del pueblo. Hay otros partidos, hay elecciones libres. No es un dictador; simplemente ha demostrado resultados”, argumenta.

El Salvador que emerge

El debate culmina con una reflexión sobre liderazgo y legado. Monet Bacs, desde su mirada de gobierno limitado, reconoce los logros del mandatario, pero subraya la importancia de la institucionalidad. “Los países siempre deben sobrevivir a sus líderes”, dice.

Con tono más optimista, Ángel destaca que el país no solo ha ganado seguridad, sino independencia económica, mencionando la adopción del Bitcoin y el hallazgo de nuevos recursos naturales. “Cuando el gobierno no roba, el dinero alcanza para todo”, cita de Bukele.

Un fenómeno político en clave conservadora

El estreno del programa Mrs. Monet revela un interés creciente entre los jóvenes hispanos y estadounidenses por repensar el papel del Estado, el valor de la libertad individual y la relación entre moral, fe y política.

Monet Bacs lo resume en una frase que podría ser el lema del nuevo conservadurismo cívico:

“El mejor gobierno es el que nos permite ser libres, no el que intenta reemplazarnos”.

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