Venezuela entre la asfixia del régimen y la estrategia hemisférica de EE.UU.

En una conversación intensa con la periodista Lucía Navarro en el programa Punto Clave, la periodista venezolana Carla Angola ofreció una lectura descarnada del momento político que vive Venezuela, en medio de la tensión creciente entre el régimen de Nicolás Maduro y la administración del presidente Donald Trump.

Angola, radicada en Estados Unidos desde hace años, sostuvo que el despliegue naval y aéreo estadounidense en el Caribe no es un ejercicio más de presión diplomática, sino “el mayor movimiento militar en tres décadas”, con un objetivo que ya trasciende la lucha antidrogas. En sus palabras, “no se trata de un cambio de régimen, porque eso ya lo decidimos los venezolanos el 28 de julio. Lo que se necesita ahora es asistencia internacional para iniciar la transición”.

La periodista insistió en que el fin de Maduro no depende de una narrativa de golpe o invasión, sino del reconocimiento internacional de una realidad política ya resuelta por la ciudadanía venezolana. En esa línea, Angola subrayó que lo que se busca no es “una intervención”, sino el cese de las invasiones de Cuba, Rusia, China, Irán y las organizaciones terroristas que operan en territorio venezolano bajo la protección del Estado.

El discurso de Maduro y la pérdida de control narrativo

Lucía Navarro presentó fragmentos del discurso de Nicolás Maduro del 15 de octubre, en el que el mandatario apeló a la “fusión cívico-militar” y acusó a la CIA de planear un nuevo golpe de Estado. Angola desestimó esas palabras como una maniobra desesperada para conservar la apariencia de control. “Es un discurso vacío. Ya no domina la narrativa. Por primera vez, el régimen luce confundido y sin coherencia. Maduro ruega diálogo y, al mismo tiempo, insulta a Trump. Busca mediadores y, en paralelo, ofrece falsas reformas. Es un líder que ya no tiene margen”, afirmó.

Según Angola, la presión de Washington ha afectado directamente las fuentes de financiamiento del régimen. Las operaciones militares de Estados Unidos contra las llamadas “narcolanchas” —siete destruidas en pocas semanas— han significado pérdidas estimadas en más de 400 millones de dólares para las redes criminales vinculadas al Cartel de los Soles. “Trump entendió que el narcotráfico venezolano no es solo un delito, sino una amenaza a la seguridad nacional. Por eso lo está tratando como terrorismo”, dijo.

El peso de la seguridad y la justicia

Angola recordó que el título 50 del Código de Estados Unidos, que ampara operaciones encubiertas de inteligencia y defensa nacional, sustenta legalmente la presencia de la CIA en territorio venezolano. “Este país ha llegado al convencimiento de que el régimen de Maduro no es solo un problema humanitario o político: es una amenaza hemisférica. Esa convicción, aunque sea por intereses propios, ha sido lo mejor que pudo pasarle a Venezuela”, señaló.

La periodista también abordó el caso del exjefe de inteligencia Hugo “el Pollo” Carvajal, detenido en Estados Unidos, quien ha confirmado vínculos entre el chavismo y redes internacionales de narcotráfico y financiamiento político a gobiernos de izquierda en la región. Angola advirtió que estas revelaciones podrían “salpicar” a figuras políticas fuera de Venezuela, incluidas algunas que aún se identifican con el discurso bolivariano.

Una salida sin negociación

Interrogada por Navarro sobre la posibilidad de una salida negociada, Angola fue categórica: “No hay más opciones. Ni María Corina Machado ni Edmundo González aceptarán nuevas elecciones o diálogos espurios. Los venezolanos ya decidieron quién es su presidente legítimo. Lo único que queda es la salida total del régimen”.

Para Angola, lo que está en juego no es solo el destino de Venezuela, sino el futuro del equilibrio político del hemisferio: “Si cae Venezuela, caerán también las izquierdas radicales que han secuestrado la democracia en América Latina”.

La entrevista cerró con una coincidencia entre ambas periodistas: la crisis venezolana ya no es un tema interno. Es un espejo que refleja el pulso entre democracia y autoritarismo en todo el continente.

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