Violencia política: El desafío de mantener la confianza y la democracia

Más allá de los números macroeconómicos y las estrategias de comercio global, la conversación en Dinero y Más con Raúl Mas y Aaron Rosen giró inevitablemente hacia un tema inquietante: la violencia política en Estados Unidos y sus consecuencias para la estabilidad interna y la percepción internacional.

El asesinato de Charlie Kirk, líder conservador y figura influyente entre los jóvenes republicanos, marcó un punto de inflexión. Ocurrido en un campus universitario de Utah y presenciado por cientos de personas, el hecho no solo golpeó al movimiento conservador, sino que abrió un debate más amplio sobre los riesgos de normalizar la violencia como forma de confrontación política. “La violencia política es atroz y nunca aceptable, pero también ha sido un elemento recurrente en la historia de EE. UU.”, reflexionó Rosen. Recordó los periodos más oscuros, como la Guerra Civil, los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y la turbulenta era de los Derechos Civiles en los sesenta.

Mas, por su parte, advirtió sobre las implicaciones económicas: “Los inversores no van a confiar en un país que muestra disturbios en las calles y asesinatos políticos. América siempre fue un refugio seguro para invertir, con instituciones sólidas y un Estado de derecho confiable. Si eso se resquebraja, corremos el riesgo de perder nuestra mayor ventaja”.

Ambos coincidieron en que la polarización actual refleja una crisis de confianza en las instituciones y en el contrato social. “Cuando los ciudadanos dejan de ver a sus vecinos como parte de un mismo proyecto nacional y los consideran enemigos, el riesgo de violencia se multiplica”, subrayó Rosen.

La conversación tomó un tono histórico y patriótico al recordar que Estados Unidos está a las puertas de su 250 aniversario como nación independiente. “Somos un país diverso y poderoso. Hemos superado crisis antes, y también superaremos esta. Pero no podemos tolerar que la violencia política erosione nuestra democracia”, afirmó Rosen.

El llamado final de Mas fue a la unidad: “E Pluribus Unum, de muchos, uno. Esa es la promesa de América. No podemos permitirnos convertirnos en tribus enfrentadas. Hay diferencias políticas, pero lo que no se hace es matarnos unos a otros por ellas”.

El reto, como coincidieron ambos, es tan político como cultural: reafirmar los valores democráticos, garantizar seguridad y reconstruir la confianza en que Estados Unidos sigue siendo, para propios y extraños, un lugar estable donde invertir, vivir y construir futuro.

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